Cuento: " Mi pobre alma desdichada"

MI POBRE ALMA DESDICHADA

Esta es una historia más de injusticia como las que suele pasar. Todo empezó en un país llamado Perú; en la ciudad de Cajamarca; en la hacienda “La fortaleza del edén” recién se recibía a la pareja de recién casados: Lidia y Ponce. Doña Lidia era una gran negociante y Don Ponce era militar de las fuerzas armadas del Perú. Ponce una vez terminado su tiempo de servicio en las fuerzas armadas del Perú decidió volver a su tierra de origen y tomar posesión de la hacienda que sus padres ya fallecidos, quienes le habían dejado de herencia, apenas recuerda pocas cosas de ese lugar de su infancia, puesto que sus padres habían decidido enviarlo a estudiar a Lima. 

Doña Lidia una mujer muy emprendedora, luchadora que desde pequeña se supo ganar la vida vendiendo dulces hasta llegar a vender en muchos lugares del mercado de Cajamarca; fue allí donde justamente conoció a Ponce y se enamoró de él, de su inteligencia y fuerza. Cada vez que Ponce tenía vacaciones venía a verla a Cajamarca hasta que decidieron casarse. 

Pasaron tres años desde que se instalaron en la hacienda y nació su primera hija a quien le colocaron el nombre de Isabel. Ella era una niña muy alegre, divertida, amorosa, tierna y traviesa. Sin embargo, para Ponce fue una decepción saber que sería mujer. Ponce había adoptado la aptitud machista de su padre, pensaba que una mujer es débil, que solo servía para hacer cosas de la casa, para ser madre y tener hijos. Pensaba que un hombre le ayudaría a sacar adelante a su hacienda, tiene fuerza, coraje, es capaz y más habilidades que una mujer no las tiene.  

Pasaron dos años más y adivinen los esposos volvieron a tener otro hijo; pero esta vez fue niño; oh que alegría y orgullo fue para Ponce, por fin el varón que tanto deseaba a quien le puso el nombre de Víctor. Desde entonces Ponce siempre le mostró más atención, cariño y apoyo incondicional a Víctor que a Isabel.  

Conforme pasaron los años, Isabel asistía a la escuela, al colegio y justo hay conoció a Rita una de sus compañeras muy sencilla, buena, le apoyaba en todo. Los fines de semana se escapaban a las festividades de grupos musicales donde se ganaban algo de propina por atender a las personas. Puesto que, su padre no le daba nada, siempre se mostró frío, indiferente y muy seco con ella, no la valoraba como hija, sino como una empleada o muchacha. Mientras que Víctor disfrutaba de todas las comodidades y las grandes propinas de su padre, conforme pasaron los años se volvió más arrogante, egocéntrico, egoísta, orgulloso y muy vanidoso. 

Víctor ni bien cumplió los 18 años se casó con Mery con la que tuvo una niña, Any; la llevo a vivir a la hacienda, y encima trajo a toda la familia de su esposa sus padres (José, María) y  sus dos hermanos (Hugo, Oscar). Quienes desde que llegaron le hacían la vida imposible a Isabel no le dejaban estudiar, la mandaban a cocinar, hacer compras, hacer los quehaceres de casa, la fastidiaban prácticamente los padres de Víctor mantenían a toda la familia en sus alimentos y vestimentas. Todo lo que Víctor quería se lo concedía su padre Ponce. Así que Víctor le pide que le adelantara su herencia, el padre accedió y le dio más de la mitad y le indicó que en cuanto muriera le diera a Isa la otra parte. Pero solo quedaron en palabras. En un día de invierno Ponce y Lidia decidieron viajar a Lima, lo que ellos no sabían es que ese sería su viaje al más allá… tuvieron un accidente de tránsito lo cual los llevo a la tumba. 

Posterior a ello, Víctor se quedó con todos los papeles de la casa que su padre le había dado y los colocó a su nombre; Víctor con tanta ansia, avaricia y codicia de querer quedarse con toda la hacienda planea una estrategia y le pide a su amigo Javier que enamore a Isabel y la lleve bien lejos. Isabel al ver que su hermano no era justo con ella, no la valoraba, no la quería, aunque fuera de su propia sangre, decide hacerle caso a Javier y se van a otra ciudad a vivir.

¡Oh no, que desgracia para ella!, tomó la peor decisión de su vida. Javier no la quería, no la valoraba, la maltrataba psicológicamente, la insultaba, la menospreciaba, la trataba como basura, como objeto de uso, ella intentó muchas veces alejarse de él de miles maneras porque estaba harta y cansada de vivir una vida de tanto sufrimiento, de tanta pelea, era el mismo infierno en vida. Siempre que ella intentaba huir o quería terminarle, él la amenazaba con matarse; ella tenía miedo de dejarlo ya que, si realmente se mataba, ella se sentiría culpable toda su vida cargando con una muerte, viviendo infeliz. 

Isabel decidió que la manera más apropiada de alejarse de Javier para siempre sería realizando lo siguiente:  fingió tener un accidente de tránsito en la que ella falleciera, se cambió de nombre y apellido, fue a otro País; se cambió de look, estudió administración, idiomas y se volvió en una gran empresaria que solo tenía contactos de alto rango con ministros, políticos y gerentes de otras empresas muy famosas. Y todo esto lo hizo gracias a la ayuda de su mejor amiga del colegio, Rita, quien no era una persona común, ella tenía descendencia judía de los mejores empresarios y negociantes de alta calidad a nivel mundial. Ese secreto lo tenía bien oculto ya que su familia la mandaron a Perú a convivir con la población de un país subdesarrollado para que después le cuenten como viven y sobreviven. Pero Rita, antes de viajar le dejó su número de teléfono por si en algún momento quiera hablar con ella; en ese entonces Isabel no sabía nada de ella ni de sus orígenes, pues esta vivía sola en un cuarto arrendado.

Isabel con la experiencia que tuvo de su primera relación, se juró así misma nunca volver a enamorarse de ningún hombre, más por el contrario se juró hacerse valer por sí misma, por sus propios esfuerzos, sacrificios, a ser independiente, estudiar mucho, capacitarse, perfeccionarse en su deficiencias  hasta  lograr ser una gran empresaria: Ella sabía que todo lo que uno quiere en la vida lo puede conseguir con esfuerzo, sacrificio, ganas, voluntad, perseverancia, habilidad e inteligencia; sabía que las cosas no son fáciles, ni rápido, que toda cosa tiene su debido tiempo, su proceso y su apogeo.

Víctor durante todo este tiempo que Isabel se perfeccionó; gozaba y disfrutaba junto a la familia de su esposa de todos los bienes que su padre le dejó. Según él creía que era bien hábil, astuto y sagaz; que por fin logró tenerlo todo.

En una tarde de verano, de la nada se le aparece por el portón de la hacienda una jovencita bien guapa, gringa, de una talla mediana; era una extranjera sin lugar a dudas se decía así mismo.

Oh no, vaya que sorpresa su parecido es muy similar al de mi hermana. Isabel se le acerca y le susurra al oído, tu plan falló, eh venido a recuperar lo que es mío, lo que me pertenece, lo que me robaste y te apropiaste.

Víctor desesperado y de terror le dice: tú eres un fantasma, tú ya estás muerta. Isabel le pide los papeles de la hacienda, que le dé su parte ahora mismo él se niega rotundamente, yo darte nunca, mi padre me lo dejó todo, es tu palabra contra la mía.

Isabel se dio cuenta que su hermano le jugó chueco, y que por más que ella había escuchado la voluntad de su padre y su madre ya era demasiado tarde y ya no se podía hacer nada, ni hacer lo justo para ella, la justicia nuevamente no estaba de su lado.

Muchas veces intentó contactarse con los mejores abogados para que le puedan ayudar a recuperar lo que le pertenece, no era el valor económico lo que a ella le importaba sino el valor emocional y espiritual, era el valor de sus recuerdos, de su infancia, de su niñez, juventud, de sus padres, de recordar cada etapa de su vida. Sin embargo, no logro recuperar nada de nada.

Después de muchos años llega una carta a Víctor donde decía; hijo mío te estaré esperando en la plaza de armas necesito hablar contigo. 

Víctor decidió ir al lugar y hora de cita que leyó en el papel. Cuando llega al lugar ve a un viejito, y al ver su rostro, se da cuenta que era su padre que había fingido quedarse muerto para ver si su hijo cumplía su voluntad, pero vio que no; así que decidió darle a la policía y a los abogados el nuevo documento con la repartición correcta de los bienes de la herencia y así por fin Isabel pudo recibir su parte como le corresponde. Ponce se dio cuenta que había sido muy machista, que no supo querer y valorar a su hija, el ser mujer no te hace menos que un hombre, que las mujeres también pueden ser emprendedoras y muy inteligentes. Ya que Isabel le demostró todas sus habilidades, lo buena administradora que es, logro tener ganado de buena calidad, pastos mejorados, regadíos tecnificados, hasta una planta de productos lácteos; genero nuevas fuentes de ingreso y desarrollo. 

Atte. Dit.

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